“Si deseamos ofrecer nuestra aportación efectiva al cambio
de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el
grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de
marginación”.
“Conocemos la gran dificultad que surge en el mundo
contemporáneo para identificar de forma clara la pobreza. Sin embargo, nos
desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor, la
marginación, la opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la
guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el
analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el tráfico de
personas y la esclavitud, el exilio y la miseria, y por la migración forzada.
La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles
intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero. Qué lista
inacabable y cruel nos resulta cuando consideramos la pobreza como fruto de la
injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia
generalizada”.
“Hoy en día, desafortunadamente, mientras emerge cada vez
más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos
privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación
ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en
grandes sectores de la sociedad entera. Ante este escenario, no se puede
permanecer inactivos, ni tampoco resignados. A la pobreza que inhibe el
espíritu de iniciativa de muchos jóvenes, impidiéndoles encontrar un trabajo; a
la pobreza que adormece el sentido de responsabilidad e induce a preferir la
delegación y la búsqueda de favoritismos; a la pobreza que envenena las fuentes
de la participación y reduce los espacios de la profesionalidad, humillando de
este modo el mérito de quien trabaja y produce; a todo esto se debe responder
con una nueva visión de la vida y de la sociedad”.
“Esta Jornada tiene como objetivo, en primer lugar,
estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y
del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la
invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa,
para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción
de solidaridad, como signo concreto de fraternidad”.
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