"Les agradezco la presencia y las oraciones en esta iglesia de mártires. Pensemos en la crueldad, la crueldad que hoy se ensaña con tantas personas; la explotación de las personas… La gente que llega en barcazas y después se quedan allí, en los países generosos, como Italia y Grecia que los acogen, pero después los tratados internacionales no dejan… Si en Italia se acogieran dos emigrantes por cada ayuntamiento, habría sitio para todos. Y que esta generosidad del Sur, de Lampedusa, de Sicilia, de Lesbos pueda contagiar algo al Norte. Es verdad: somos una civilización que no tiene hijos, pero cerramos también la puerta a los emigrantes. Esto se llama suicidio. ¡Oremos!"
22/4/2017. Saludo final en la basílica de San Bartolomé. Of. Prensa SS.
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