Amplio mundo del
voluntariado
“Nuestra tarea es la de
escuchar la llamada de Dios y luego aceptar su voluntad. Pero para cumplirla
sin vacilación debemos ponernos esta pregunta. ¿Cuál es la voluntad de Dios en
mi vida? A Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el
hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver. No
hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos,
aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios”.
“Vosotros sois esa gente
que sigue al Maestro y que hace visible su amor concreto hacia cada persona.
Cuántos corazones confortan los voluntarios. Cuántas manos sostienen; cuántas
lágrimas secan; cuánto amor derraman en el servicio escondido, humilde y
desinteresado. Este loable servicio da voz a la fe y expresa la misericordia
del Padre que está cerca de quien pasa necesidad”.
Madre Teresa: «Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír»
“Madre Teresa, a lo largo
de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia
divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa
de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Ha hecho
sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas
ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos. La misericordia ha
sido para ella la «sal» que daba sabor a cada obra suya, y la «luz» que
iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su
pobreza y sufrimiento. ¡Hoy entrego esta emblemática figura de mujer y
de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea vuestro modelo de
santidad! Esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a
comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor
gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin
distinción de lengua, cultura, raza o religión”. 4/9/2016. Canonización de Madre Teresa de Calcuta. RV.
Cuidado de la
Casa Común
«Los Cristianos y los no
cristianos, las personas de fe y de buena voluntad, hemos de estar unidos en
demostrar misericordia con nuestra casa común ―la tierra― y valorizar
plenamente el mundo en el cual vivimos como lugar del compartir y de comunión»
1.
La tierra grita… Escuchemos
«tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres», y busquemos
comprender atentamente cómo poder asegurar una respuesta adecuada y oportuna.
2. Porque hemos pecado… aprendamos a buscar la misericordia de Dios por los
pecados cometidos contra la creación, que hasta ahora no hemos sabido reconocer
ni confesar; y comprometámonos a realizar pasos concretos en el camino de la
conversión ecológica, que pide una clara toma de conciencia de nuestra
responsabilidad con nosotros mismos, con el prójimo, con la creación y con el
creador.
3.
Examen de conciencia y arrepentimiento. Al
Padre podemos dirigirnos reconociendo nuestros pecados contra la creación, los
pobres y las futuras generaciones. En la medida en que todos generamos pequeños
daños ecológicos, estamos llamados a reconocer «nuestra contribución –pequeña o
grande– a la desfiguración y destrucción de la creación.
4.
Cambiar de ruta. Debe
atravesar el modo en el que contribuimos a construir la cultura y la sociedad
de la cual formamos parte: La economía y la política, la sociedad y la cultura,
no pueden estar dominadas por una mentalidad del corto plazo y de la búsqueda
de un inmediato provecho financiero o electoral. La protección de la casa común
necesita un creciente consenso político.
5.
Una nueva obra de misericordia. Como obra de misericordia corporal, el cuidado de la casa
común, necesita «simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la
violencia, del aprovechamiento, del egoísmo y se manifiesta en todas las
acciones que procuran construir un mundo mejor”
6.
En conclusión, oremos. “El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de
amor, no se arrepiente de habernos creado porque se ha unido definitivamente a
nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos”
Recemos: “Oh
Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar a los abandonados y
a los
olvidados de esta tierra que son tan valiosos a tus ojos.
Dios
de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo como
Instrumentos
de tu cariño por todos los seres de esta tierra.
Dios
de Misericordia, concédenos recibir tu perdón
y de
transmitir tu misericordia en toda nuestra casa común.
Alabado
seas. Amén”.
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