“Invito a reflexionar sobre la dimensión
'luminosa' de la fe y la conexión entre fe y verdad... a la luz de la
perspectiva del amor. La fe conoce en cuanto está unida al amor, en cuanto el
amor mismo aporta luz. La comprensión de la fe nace cuando recibimos el gran
amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da ojos nuevos para ver la
realidad... De aquí se derivan importantes consecuencias tanto para el actuar
de los creyentes, como para el método de trabajo de los teólogos: 'La verdad
queda hoy reducida a la autenticidad subjetiva del individuo, válida sólo para
la vida de cada uno. Una verdad común nos da miedo, porque la identificamos con
la imposición intransigente de los totalitarismos. Sin embargo, si es la verdad
del amor, si es la verdad que se desvela en el encuentro personal con el Otro y
con los otros, entonces se libera de su clausura en el ámbito privado para
formar parte del bien común... En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad
de la fe nos pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con
todos”.
“Esta perspectiva -la de una Iglesia en
camino y toda misionera- se desarrolla en la Exhortación apostólica sobre el
anuncio del Evangelio en el mundo actual. El 'sueño de una opción misionera
capaz de transformarlo todo' atañe a la Iglesia entera y a cada una de sus
partes. También las Academias Pontificias están llamadas a esta transformación
para que al Cuerpo eclesial no le falte su aportación. No se trata, sin
embargo, de operaciones exteriores, de 'fachada'. Se trata, más bien, para
vosotros de concentraros todavía más 'en lo esencial, que es lo más bello, lo
más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario'”.
29/1/2014. Mensaje del Papa a las Academias Pontificias. VIS.