“Así
actúan los celos en nuestros corazones es una mala inquietud, que no tolera que
un hermano o una hermana tengan algo que yo no tengo” “Los celos llevan a
matar. La envidia lleva a matar. Justamente fue esta puerta, la puerta de la
envidia, por la cual el diablo entró en el mundo. Los celos y la envidia abren
las puertas a todas las cosas malas"
"También
dividen a la comunidad. Una comunidad cristiana, cuando sufre de envidia, de
celos, termina dividida: uno contra el otro. Este es un veneno fuerte. En el
corazón de una persona golpeada por los celos y por la envidia ocurren “dos
cosas clarísimas”:
· La primera cosa es la amargura: “La persona
envidiosa, la persona celosa es una persona amargada: no sabe cantar, no sabe
alabar, no sabe qué cosa sea la alegría, siempre mira ‘qué cosa tiene aquel y
que yo no tengo’. Y esto lo lleva a la amargura, a una amargura que se difunde
sobre toda la comunidad. Son, estos, sembradores de amargura.
· Y la segunda actitud, que lleva a los celos y a la
envidia, son las habladurías. Porque este no tolera que aquel tenga algo, la
solución es abajar al otro, para que yo esté un poco más alto. Y el instrumento
son las habladurías. Busca siempre y tras un chisme verás que están los celos,
está la envidia. Y las habladurías dividen a la comunidad, destruyen a la
comunidad. Son las armas del diablo”.
“Cuántas
hermosas comunidades cristianas” van bien, pero luego en uno de sus miembros
entra el gusano de los celos y de la envidia y, con esto, la tristeza, el
resentimiento de los corazones y las habladurías. “Una persona que está bajo la
influencia de la envidia y de los celos mata”, como dice el apóstol Juan:
“Quien odia a su hermano es un homicida”. Y “el envidioso, el celoso, comienza
a odiar al hermano”
“Recemos
por nuestras comunidades cristianas, para que esta semilla de los celos no sea
sembrada entre nosotros, para que la envidia no encuentre lugar en nuestro
corazón, en el corazón de nuestras comunidades, y así podremos ir adelante con
la alabanza del Señor, alabando al Señor, con la alegría. Es una gracia grande,
la gracia de no caer en la tristeza, del estar resentidos, en los celos y en la
envidia”.
23/1/2014. Santa Marta. RV
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