“Yo te prometo, en la excesiva
misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos
que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la
penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos,
y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.”
El 16 de junio de 1675, eso le dijo Jesús a Santa Margarita María de
Alacoque. Ver Catecismo: punto 478 y 2669. Aprovechemos las innumerables
gracias que Jesús concede a quienes desagravian su Sagrado Corazón los primeros
Viernes de mes.
Las Doce Promesas del Sagrado Corazón
1. Les daré todas las gracias necesarias
para su estado de vida.
2. Les daré paz a sus familias.
3. Las consolaré en todas sus penas.
4. Seré su refugio durante la vida y
sobre todo a la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones en
todas sus empresas.
6. Los pecadores encontrarán en mi
Corazón un océano de misericordia.
7. Las almas tibias se volverán
fervorosas.
8. Las almas fervorosas harán rápidos
progresos en la perfección.
9. Bendeciré las casas donde mi imagen
sea expuesta y venerada.
10. Otorgaré a aquellos que se ocupan de
la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
11. Grabaré para siempre en mi Corazón
los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
12. Yo te prometo, en la excesiva
misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos
que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la
penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos,
y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.
Condiciones para ganar esta gracia:
- Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción. Se sugiere confesión con intención de reparar las ofensas al Sagrado Corazón.
- Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
- Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
Si bien no hay una fórmula preestablecida, enviamos
este ejemplo de oración para después de cada una de las Comuniones de los nueve
primeros viernes
Jesús mío
dulcísimo, que en vuestra infinita y dulcísima misericordia prometisteis la
gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro
Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos: acordaos de esta
promesa y a mí, indigno siervo vuestro que acabo de recibiros sacramentado con
este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados,
creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y
amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén.
Yo te prometo, en el exceso de la
misericordia de mi corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos los que
comulguen los primeros viernes de mes, durante nueve meses consecutivos, la
gracia de la penitencia final, y que no morirán en mi desgracia, ni sin recibir
los Santos Sacramentos, asegurándoles mi asistencia en la hora postrera.
¡Oh buen
Jesús, que prometisteis asistir en vida, y especialmente en la hora de la
muerte, a quien invoque con confianza vuestro Divino Corazón! Os ofrezco la
comunión del presente día, a fin de obtener por intercesión de María Santísima,
vuestra Madre, la gracia de poder hacer este año los nueve primeros viernes que
deben ayudarme a merecer el cielo y alcanzar una santa muerte. Amén.
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS VIERNES
Jesús mío,
os doy mi corazón..., os consagro toda mi vida..., en vuestras manos pongo la
eterna suerte de mi alma... y os pido la gracia especial de hacer mis nueve
primeros Viernes con todas las disposiciones necesarias para ser partícipe de
la más grande de vuestras promesas, a fin de tener la dicha de volar un día a
veros y gozaros en el cielo. Amén.
Les daré todas las gracias necesarias
a su estado.
Jesús
misericordioso, que prometisteis, a cuantos invoquen confiados vuestro Sagrado
Corazón, darles las gracias necesarias a su estado: os ofrezco mi comunión del
presente día para alcanzar, por los méritos e intercesión de vuestro Corazón
Sacratísimo, la gracia de una tierna, profunda e inquebrantable devoción a la
Virgen María.
Siendo
constante en invocar la valiosa providencia de María, Ella me alcanzará el amor
a Dios, el cumplimiento fiel de mis deberes y la perseverancia final. Amén.
ORACIÓN
FINAL. Jesús
mío, os doy mi corazón...
Pondré paz en las familias. Bendeciré
los lugares donde se venera la imagen de mi Corazón.
Jesús amantísimo,
que prometisteis bendecir las casas donde se venera la imagen de vuestro
Sagrado Corazón, yo quiero que ella presida mi hogar; os ofrezco la comunión
del presente día para alcanzar por vuestros méritos y por la intercesión de
Vuestra Santa Madre que todos y cada uno de los miembros de mi familia conozcan
sus deberes; los cumplan fielmente y logren entrar en el cielo, llenas las
manos de buenas obras.
¡Oh Jesús,
que os complacéis en alejar de nuestro hogar las disensiones, las enfermedades
y la miseria! Haced que, nuestra vida sea una no interrumpida acción de gracias
por tantos beneficios. Amén.
Jesús mío,
os doy...
Seré su consuelo en todas las
tribulaciones.
Jesús mío,
que prometisteis consuelo a cuantos a Vos acuden en sus tribulaciones: os
ofrezco mi Comunión del presente día para alcanzar de vuestro Sagrado Corazón y
del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Santísima la gracia de venir al
Sagrario a pedir fuerza y consuelo cuantas veces me visiten las penas. ¡Oh
Jesús, oh María, consolad y salvad a los que sufren! ¡Haced que ninguno de sus
dolores se pierda para el cielo! Amén.
Jesús mío,
os doy…
Derramaré copiosas bendiciones en
todas sus empresas.
Jesús mío,
que prometisteis bendecir los trabajos de cuantos invoquen confiados Vuestro
Divino Corazón: os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por
vuestra Santísima Madre la gracia de que bendigáis mis estudios..., mis
exámenes..., mi oficio..., y todos los trabajos de mi vida.
Renuevo el
inquebrantable propósito de ofreceros cada mañana al levantarme, y por
mediación de la Santísima Virgen, las obras y trabajos del día..., y de
trabajar con empeño y constancia para complaceros y alcanzar en recompensa el
cielo. Amén.
Jesús mío,
os doy...
Los pecadores hallarán en mi Corazón
un océano de misericordia.
Sagrado
Corazón de Jesús, siempre abierto a los pecadores arrepentidos: os ofrezco la
comunión del presente día para alcanzar por vuestros méritos infinitos y por
los de vuestra Santísima Madre la conversión de cuantos obran mal. Os suplico,
¡buen Jesús!, inundéis su corazón de un gran dolor de haberos ofendido. Haced
que os conozcan y os amen. Dispensadme la gracia de amaros más y más y en todos
los instantes de mi vida, para consolaros y reparar la ingratitud de quienes os
olvidan. Amén.
Jesús mío,
os doy…
Las almas tibias hallarán fervor. Las
almas fervorosas llegarán presto a la perfección.
Sin
vuestro auxilio, Jesús mío, no podemos avanzar en el camino del bien. Señor,
por mediación de la Virgen María, os ofrezco la comunión de este día para que
avivéis en mi alma el amor a vuestro Corazón Sagrado y concedáis este amor a
cuantos no lo sienten. Ayudado de vuestra divina gracia lucharé, Señor, para
que cada semana..., cada mes..., avance un poco en la virtud que más necesito.
Amén.
Jesús mío,
os doy…
Daré a cuantos trabajan por la
salvación de las almas el don de ablandar los corazones más endurecidos.
Sagrado
Corazón de Jesús, que prometisteis inspirar a los que trabajan por la salvación
de las almas aquellas palabras que consuelan, conmueven y conservan los
corazones; os ofrezco mi comunión de hoy para alcanzar, mediante la intercesión
de María Santísima, la gracia de saber consolar a los que sufren y la gracia de
volver a Vos, Señor, a los que os han abandonado.
¡Dulce
Salvador mío, concededme y ayudadme a salvar almas! ¡Son tantos y tantos los
desgraciados que empujan a los demás por el camino del vicio y del infierno!
Haced, Señor, que emplee toda mi vida en hacer mejores a los que me rodean y en
llevarlos conmigo al cielo. Amén.
Jesús mío,
os doy...
Guardaré recuerdo eterno de cuanto un
alma haya hecho a mayor gloria de mi Corazón. Los que propaguen esta devoción
tendrán su nombre escrito en mi Corazón, de donde no será borrado.
Os
ofrezco, Jesús mío, la Comunión del presente día para alcanzar la gracia de
saber infundir en el alma de cuantos me rodean ilimitada confianza en vuestro
Corazón Divino. Dadme cuanto necesito para llevar a Vos a los que luchan..., a
los que lloran..., a los caídos..., a los moribundos... Y dignaos, ¡oh Jesús!,
escribir hoy mi nombre en vuestro Corazón y decir a los ángeles que rodean
vuestro Tabernáculo: «Este nombre es el de un devoto que, amándome mucho,
quiere consolarme del olvido e ingratitud de tantos hombres.» Amén.
Jesús mío,
os doy….
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