“Estar unidos entre nosotros nos lleva a estar unidos con Dios, a esta
unión con Dios que es nuestro Padre. Nuestra fe necesita el apoyo de los demás,
¡especialmente en los momentos difíciles! Y si estamos unidos, la fe se hace
fuerte ¡Qué hermoso es apoyarse mutuamente en la aventura maravillosa de la fe!
Digo esto porque la tendencia a cerrarse en lo privado también ha influido en
la esfera religiosa, tanto es así que muchas veces es difícil buscar ayuda
espiritual en aquellos que comparten nuestra experiencia cristiana.”
“¿Quién de nosotros -¡todos, todos!- quién de nosotros no ha
experimentado inseguridades, desorientaciones e incluso dudas en el camino de
la fe? Todos, todos hemos experimentado esto: yo también. Todos. Es parte del
camino de la fe, es parte de nuestra vida. Todo esto no debe sorprendernos,
porque somos seres humanos, marcados por la fragilidad y las limitaciones.”
“Todos somos frágiles, todos tenemos limitaciones: no se asusten. ¡Todos
las tenemos! Sin embargo, en estos momentos difíciles hay que confiar en la
ayuda de Dios, a través de la oración filial, y al mismo tiempo, es importante
encontrar el coraje y la humildad para estar abiertos a los demás, para pedir
ayuda, para que nos den una mano: “dame una mano, tengo este problema”.
¡Cuántas veces lo hemos hecho! Y luego, hemos conseguido superar el problema y
encontrar a Dios, otra vez. En esta comunión -comunión quiere decir ‘común
unión’, todos unidos, unión común- en esta comunión somos una gran familia,
todos nosotros, donde todos los miembros se ayudan y se apoyan mutuamente.”
30 de oct. Audiencia General. Radio Vaticana
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