Llama a un “estado permanente de misión”, venciendo “el gran riesgo del mundo actual”: el de caer en “una tristeza individualista”. “Recuperar la frescura original del Evangelio”, encontrando “nuevos caminos” y “métodos creativos”
“Reforma
de estructuras” eclesiales para que “todas ellas se vuelvan más misioneras”. “una
conversión del papado” Es necesaria “una saludable descentralización”.
"Templos
con las puertas abiertas en todas partes”. “Tampoco las puertas de los
sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera”, la Eucaristía “no es
un premio para los perfectos sino alimento para los débiles”.
Huir
de la “espiritualidad del bienestar” que rechaza los “compromisos fraternos” y
vencer “la mundanidad espiritual” que consiste en “buscar, en lugar de la
gloria del Señor, la gloria humana”. No caer en envidias y celos en las
comunidades de Iglesia.
El
sistema económico actual: “es injusto en su raíz”. “Esa economía mata” porque
predomina “la ley del más fuerte”. La cultura actual del “descarte” ha creado
“algo nuevo”: “Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes»”.
Vivimos en una “nueva tiranía invisible, a veces virtual”, de un “mercado
divinizado” donde imperan la “especulación financiera”, “una corrupción
ramificada y una evasión fiscal egoísta”
La
familia “atraviesa una crisis cultural profunda”. Insiste en “el aporte
indispensable del matrimonio a la sociedad”, subraya que “el individualismo
posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que... desnaturaliza los
vínculos familiares”.
“Cualquier
comunidad de la Iglesia” que se olvide de los pobres “correrá el riesgo de la
disolución”. Cuidar a los más débiles: “los sin techo, los toxico dependientes,
los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos, los migrantes, los que
sufren la trata de personas y nuevas formas de esclavitud, exclusión, maltrato
y violencia”. “En especial “los niños por nacer, que son los más indefensos e
inocentes de todos”
El
ecumenismo es “un camino ineludible de la evangelización”. Reitera la
importancia del diálogo y de la alianza entre creyentes y no creyentes.
“Jesús
quiere que toquemos la carne sufriente de los demás”. “Se nos invita a dar
razón de nuestra esperanza” “Sólo puede ser misionero alguien que se sienta
bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros”.
“Hay
un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez
que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del
cariño”.